3. ADAPTACIÓN DEL ENTORNO, LA TAREA Y CREAR RUTINAS
La capacidad funcional del enfermo no sólo depende de su capacidad cognitiva, sino también de las características y exigencias del entorno, así como del modo en que los cuidadores interactúan con ellos. Vamos a desglosar ciertas estrategias básicas en relación con el entorno, la tarea y las rutinas que faciliten la estimulación y el manejo del paciente:
ENTORNO
ENTORNO
Realizar el mínimo número de cambios posibles. Facilitemos un medio que asegure la orientación, la estabilidad y la seguridad del paciente.
Adaptar el hogar con medidas de seguridad y prevención en las zonas más peligrosas, por ejemplo sustituyendo la bañera por la ducha.
Simplificar el ambiente, para reducir la carga cognitiva y facilitar la localización y el empleo de objetos diferentes. Podemos, para ello, utilizar etiquetas con nombres o imágenes que indiquen la localización de los diferentes utensilios.
TAREA
TAREA
Plantear siempre las tareas de forma fácil, sencilla y estructurada. Es importante recordar los distintos pasos y, sobre todo, hacerlo en el contexto donde deben desarrollarse para facilitar su mejor consolidación y reducir el tiempo entre este recuerdo y su evocación posterior. Por ejemplo, vestirse en la habitación y recordarle una cita con el médico el día de antes o la misma mañana.
CREAR RUTINAS
CREAR RUTINAS
Las rutinas y las estructuras fijas de comportamiento facilitan el buen funcionamiento cotidiano en personas con importantes problemas de memoria. Por el contrario, los cambios son una de las causas del aumento de confusión en los pacientes y, por ello, plataforma de posibles problemas de conducta.
Pero como venimos apuntando, es determinante cómo el familiar cuidador se dirige e interactúa con el enfermo de Alzheimer para disminuir la presencia de problemas de conducta y, cómo no, para favorecer una comunicación positiva que evite entrar en conflictos y que también refuerce la autoestima y la identidad personal del paciente con Alzheimer. Para ello, algunos consejos prácticos serían:
Hablar claro y pausadamente
Utilizar mensajes cortos y claros
Reforzar el mensaje verbal con una expresión corporal acorde
Repetir cuantas veces sea necesario
Utilizar un tono de voz adecuado
Solicitar las cosas de una en una y darle tiempo para responder
Simplificar y hacer agradables las actividades
Respetar sus gustos y preferencias
Aprovechar sus rutinas y aficiones previas
Animarles si hay dificultades, sin juzgarles
Agradecer y reforzar el esfuerzo
Fomentar la participación y evitar el aislamiento
Promover espacios de actividad física
Deben elegirse temas de su interés, en los que pueda participar. Es importante mantener el contacto visual y darle el tiempo que necesite para pensar las respuestas. Los gestos y las expresiones corporales pueden ayudar. Aunque el paciente no tenga el lenguaje verbal es importante mantener el contacto con él: son importantes las muestras de afecto, las caricias, las sonrisas, el trato cariñoso, el estímulo para que se mueva y escuche música.
En la fase inicial o leve de la enfermedad es muy importante mantenerse activo. Se debe fomentar las aficiones habituales, la actividad física, excursiones, viajes, labores, costura. Hay que insistir en la lectura de acuerdo con sus capacidades y preferencias. Ejercitar la escritura o que realice pasatiempos que estimulen la atención y concentración. Dar responsabilidades también sirve de ayuda: que se encarguen de comprar el pan, poner la mesa o hacer la cama.
Núria Palau, psicòloga de Aviparc Centre de dia.