Querido/a hijo/a, el día que me veas mayor, te pido que tengas paciencia conmigo. Entiende que la vida es un ciclo y todos volvemos a ser niños.
Si cuando hablo contigo repito lo mismo 1000 veces, no me interrumpas para decirme: "Eso ya me lo has contado", sólo escúchame por favor...
Cuando veas mi ignorancia ante la nueva tecnología, dame el tiempo necesario para aprender, y por favor no pongas esos ojos ni esas caras...
Recuerda que yo te enseñé a hacer muchas cosas: comer, vestirte, peinarte y cómo enfrentarte a la vida...
El día que notes que me estoy volviendo vieja, ten paciencia conmigo y, sobre todo, trata de entenderme...
Si ocasionalmente pierdo la memoria o el hilo de la conversación, dame el tiempo necesario para recordar y si no puedo, no te pongas nerviosa o arrogante...
Ten presente en tu corazón que lo más importante para mí es estar contigo y que me tengas en cuenta...
Y cuando mis cansadas y viejas piernas no me dejen caminar como antes, dame tu mano, de la misma manera como yo te la ofrecí cuando diste tus primeros pasos...
Cuando estos días vengan, no te sientas triste ni me hagas sentir incompetente, ayúdame mientras llego al final de mi vida, pero con amor y cariño.
Atentamente, tu madre